Mujer peruana, nació en Pampamarca en 1745. Su vida fue fugaz aunque intensa. A los 15 años contrajo matrimonio con José Gabriel Condoncarqui, quizá más conocido como Túpac Amaru II, quien fuera descendiente directo del último Inca muerto a manos de los españoles en 1572.
Tuvieron tres hijos con los cuales conformaron una familia de típicos rasgos incaicos donde la igualdad en el matrimonio era un hecho que la larga tradición de la doctrina cristiana española no pudo doblegar.
Micaela compartió con su esposo los ideales de libertad, convirtiéndose en los años de lucha en una de sus principales consejeras.
La historia nos cuenta que José Gabriel debido a sus prósperas actividades económicas, empezó a sufrir la presión de las autoridades españolas quienes lo sometieron al pago de prebendas e impusieron la obligación a todos los indígenas de participar en la mita.
Buscando una solución pacífica junto a Micaela, elaboró y elevó una petición formal ante la Real Audiencia de Lima para la liberación del trabajo de los indígenas en las minas, la que fue rotundamente denegada.
Da inicio entonces la idea de la rebelión contra las autoridades españolas, donde la labor de esta mujer luchadora fue decisiva.
Con su actuar logró ganar el apoyo del pueblo sin hacer diferencias entre nativos y criollos, sino entre ellos y los españoles, forjando así la base para la futura independencia, aislando al máximo al enemigo al aunar todas las fuerzas posibles.
La rebelión va a estallar en Tinta con el apresamiento y ejecución del Corregidor en noviembre de 1780 y desde allí se propaga con el objetivo de llegar a tomar Cuzco, hacia donde parte Túpac Amaru II, quedando Micaela como Jefa del Estado Mayor de la gran rebelión.
La victoria definitiva requería que las tropas de Túpac Amaru crecieran con nuevos refuerzos a medida que se acercaban a Cuzco para la batalla final. El contacto mediante correspondencia con su esposa se hizo indispensable. Ella recogía información por medio de espías y contaba con una innata visión estratégica del conflicto.
Por su capacidad organizativa y de conducción se convertiría en el cerebro de Túpac-Amaru. Será la mujer que lo guía, lo alienta y a veces lo recrimina. Tal como lo preveía Micaela, la lentitud de la rebelión en llegar a Cuzco signó el fracaso. Las consecuencias fueron dramáticas.
Capturada junto a los líderes del movimiento fue ejecutada en la Plaza de Armas de Cuzco. Sus verdugos no pudieron cortarle la lengua hasta después de muerta por la resistencia que opuso, le anudaron al cuello una cuerda que tiraron desde lados opuestos y, mientras agonizaba, la patearon en el vientre y en el pecho. Esto aconteció a la vista de su amado compañero, el 18 de mayo de 1781 cuando tenía solamente 36 años.
María Teresa Mazzorotolo de Mujeres Marchando